Si dispone de una impresora de transferencia térmica, tendrá que elegir el tipo de ribbon sobre el que va a imprimir sus etiquetas según las necesidades de impresión. Tendrá que valorar, entre otras cosas, la adherencia, durabilidad y las condiciones externas y ambientales a las que va a estar sometida la etiqueta.
Con el fin de ayudar en su elección, y que empiece a comprender las diferencias entre cada tipo de ribbon, en esta entrada, vamos a hablarle concretamente sobre el ribbon de cera y para que sirve.
El ribbon de cera, al igual que los otros tipos de ribbon para impresoras de transferencia térmica, es un consumible que incluye pigmentos, negros o de color, y es utilizado por estas impresoras para la realización de diferentes tipos de etiquetas.
En este caso, sobre todo, se trata de etiquetas de uso común que no requieran un cuidado especial. Se configura a modo de rollo extensible, el cual contiene una capa de poliéster y, sobre ella, se aplican una o varias capas de tinta y se termina con una capa protectora de cera.
En cuanto al funcionamiento, la impresora calienta el ribbon por medio de su cabezal, y los sustratos del ribbon de cera se transfieren a la etiqueta. Pero, ¿qué lo convierte en un ribbon de cera? Muy simple: el hecho de estar compuesto principalmente por ceras.
Por otro lado, durante el proceso de fabricación del ribbon, se elaboran diferentes opciones en cuanto a las medidas y los colores del pigmento, para que pueda elegir entre diferentes estilos y tamaños.
Como bien hemos indicado, la principal característica del ribbon de cera es que su composición se basa, en gran medida, en la presencia de ceras, junto a una capa de poliéster que facilita su desprendimiento.
Son especialmente adecuados para impresiones superficiales en materiales porosos, como: papeles normales, papel vellum, papel couche o mate. Y suelen destinarse para etiquetas que no vayan a estar expuestas a condiciones ambientales adversas, ni a un contacto continuo.
Además, el ribbon de cera necesita menos cantidad de energía para su impresión, porque se derrite más fácil que otros tipos de ribbon, como el ribbon de resina. Y, por esta razón, los ribbons de cera se utilizan con el cabezal a baja temperatura. Hecho positivo ya que, gracias a ello, el cabezal tendrá mayor durabilidad y se reducirán los gastos de mantenimiento.
En suma, se trata de una elección con bastante versatilidad, y su calidad de impresión es buena, dando como resultado etiquetas nítidas y perfectamente legibles. Pero la cera, al ser más blanda, ofrece una durabilidad de imagen menor que el resto.
Se trata del tipo de ribbon más económico. Aunque más allá del precio, lo que debe interesar a la hora de escoger el ribbon es cuál va a ser la función de la etiqueta. De esta forma, el ribbon de cera es perfecto para impresiones que no requieran durar en el tiempo.
Para etiquetas de uso común y desechable, que no precisen muchos cuidados, como: los códigos de barras, etiquetados para almacenes, o el etiquetado de los paquetes para envío o distribución.
También puede someterse a bajas temperaturas, de tal manera que los envases de comida congelada podrían utilizar este tipo de ribbon para sus etiquetas. Así mismo, su aplicación se puede extender a las etiquetas de prendas de vestir, o de componentes electrónicos.
Otros aspectos a tener en cuenta son que, el ribbon de cera, no resiste a altas temperaturas, o condiciones ambientales adversas, ni aguanta en buen estado ante la presencia de alcohol, petróleo, u otros componentes químicos.
Así mismo, la impresión desaparecerá con facilidad ante emborronamientos, roces o rascados. Y no es recomendable utilizarlo sobre elementos que vayan a estar sujetos a lavados, tintes o planchados.
En definitiva, si las etiquetas que requiere imprimir van a estar expuestas a alguna de estas características, debe desechar la opción de utilizar un ribbon de cera, y optar por el ribbon de resina o ribbon mixto.
La impresión con el ribbon incorrecto puede generar problemas, tanto con el resultado de la etiqueta impresa como en el funcionamiento de la impresora. Esto puede desencadenar en la necesidad de tener que cambiar con mayor frecuencia el cabezal de impresión y, por tanto, aumentarán los gastos de mantenimiento y sustitución.
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